lunes, 3 de noviembre de 2008

CAMPEON CON MUXA SUERTE SI SEÑOR.

Lewis Hamilton se ha convertido en el campeón más joven de la historia de la Fórmula 1, en un final de película, de esos que soñamos, de esos que nos hacen saltar la lagrimita y que nos dejan temblando de emoción. Meses de carreras por todo el mundo para después decidir el mundial en la última curva.
Felipe Massa cumplió con su cometido en esta carrera, liderándola durante la mayor parte del tiempo, no sin sobresaltos. Pero el mundial se jugaba atrás. A tres vueltas del final, Sebastian Vettel adelantaba a Hamilton, situando virtualmente a Massa como campeón del mundo.
Todos, en nuestras casas, e incluso en el box de Ferrari, sufríamos de pie para ver si Hamilton cazaba a Vettel de nuevo. Y no fue así, alegría en el box de Ferrari. Un momento, ¿pero dónde está Timo Glock? Con gomas de seco, se quedó casi clavado en la última curva ante el ataque de Hamilton, esa fuerza sobrehumana que puedes sacar sólo si tienes el mundial a unos pocos metros.

Una de las mejores carreras de mi vida. Y diría que una de las más emocionantes en muchos años. Si el año pasado el GP de Brasil nos deparó una carrera de infarto, este año ha sido de parada cardíaca. Lluvia, adelantamientos en la última curva y un campeonato del mundo de Fórmula 1 en juego. Emoción en estado puro.
Y el triste protagonista de este emocionante final ha sido Felipe Massa. Es duro ver celebrar a un piloto la victoria en su país sabiendo que ha perdido el campeonato del mundo en la última curva. Además, no lo ha perdido por él, sino que lo ha perdido por los errores de otros, que aún duele más.
¿Ha sido Hamilton el merecido campeón? Pues no sabría decirlo, pero lo que sí tengo seguro es que el piloto brasileño no merecía una derrota tan amarga. Y lo dice uno que nunca ha sido seguidor de Massa y lo ha criticado cuando había que criticarle.

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