IMAGEN DE LA PLACA CONCEDIDA AL SR. PELU COMO PAQUETE 2009. FUE ENTREGADA ANTES DE LOS POSTRES ANTE EL CRECIDO AMBIENTE QUE SE VIVÍA EN EL LUGAR DEBIDO AL SIEMPRE GENEROSO CONSUMO DEL ALCOHOL.
martes, 29 de diciembre de 2009
Finalmente se celebró la deseada cena del equipo el pasado fin de semana en el Restaurante la cala, que por otro lado dejó mucho que desear en cuanto a comida y bebida. Muchos fueron los que se acordaron del amigo Alfonso, pero para equivocarse hay que probar, así que no hay lugar a lamentaciones. Lo importante es que pudimos estar todos juntos y disfrutar de un buen rato entre compañeros. Asistieron todos los previstos y las bajas fueron mínimas.
Lo más destacado de la noche estuvo, como cabía esperar, en la entrega del trofeo paquete 2009, el cual se le concedió al Pelu, que tras ganar democráticamente la encuesta en el blog, se hace merecedor a poseer dicho título durante el nuevo año. En un principio estaba previsto que la entrega la hiciera el paquete anterior, Lucas, pero esté finalmente no acudió al evento y se improvisó allí mismo. El pelu se mostró orgulloso del premio recibido y fue agasajado por los presentes que no dudaron en fotografiarse con él una vez concedido el premio. Paolo le hizo entrega del mismo y aunque el amigo Pelu intentó dar un breve discurso le fue imposible por los abucheos y aplausos mezclados de los allí presentes. Nadie ha dudado en ningún momento de lo merecido del premio para el Pelu.
Otro premio entregado en la noche del sábado fue el concedido por el club y personalmente por Miguel hacia Ángel. Fue un premio honorífico agradeciendo su labor durante todo el año por su implicación en todos los eventos organizados por el mismo y por su labor al frente de la sección junior. Se le hizo entrega del mismo al igual que hace dos años se le entregó a Miguel una placa por la labor en el blog. Un simple detalle que hizo que la noche estuviera más amenizada de lo previsto.
Una vez acabada la cena los presentes en la cena se dirigieron al puerto para rematar la noche. Las fotografías tanto de la cena como de la posterior juerga en el puerto están colgadas en el tuenti para que todos las podamos disfrutar.
Agradecer a todos los presentes su implicación y su esfuerzo por hacer que esta cena sea una fecha ya señalada en la historia del club. Y ya van tres. Tres en las que ya hay más de uno que se han convertido en fieles asistentes. El año que viene la cuarta. Esperemos que podamos superar en número los asistentes de este año y que tengamos un tercer paquete, y por que no, algún que otro homenajeado.
Una familia empalmará la cena de Nochebuena con la de Fin de año
Los García-Coslada (que suman un total de 2 abuelos, 5 matrimonios, 7 niños y 6 adolescentes con sus respectivos novios) llevan ya más de 90 horas de sobremesa desde que dieran por finalizada la cena de Nochebuena. Desde entonces, los anfitriones, Luis y María, no han dejado de sacar turrones, higos secos y botellas de Baylas (un producto que trata de imitar al famoso Bailey’s). “Cuando nos quisimos dar cuenta habíamos empalmado con la comida de Navidad y pensamos que, ya que teníamos la mesa montada y cuesta tanto poner a todo el mundo de acuerdo, no costaba nada esperar un poco y quedarnos a celebrar las uvas, y en eso estamos”, comenta el cuñado de Luis.
Dado que “la idea no es quedarse sentados sino empalmar las dos cenas y hacer un récord o algo” no han dejado de comer en todo el rato, pero no les preocupa que ello pueda perjudicar su estado de salud pues utilizan a turnos una máquina de pedalear que pueden usar aún estando sentados. De este modo, hacen que la comida “baje” y no tengan problemas de circulación. “Se lo íbamos a regalar a la abuela para el día de Reyes pero, como se nos ocurrió lo de empalmar cenas, pues lo hemos sacado. Total, ella no se entera de casi nada y le da todo igual”, explica María.
Además de los niños, que no dejan de corretear alrededor de la mesa y de quedarse dormidos encima de los muebles, los que peor lo están pasando son las parejas de los sobrinos adolescentes de Luis y María que, dado que no son de la familia y aún no hay confianza, se limitan a sonreír complacidos y procurando no molestar a nadie. “Sólo llevo dos semanas con mi novia pero me pidió que la acompañara porque todos sus primos tienen pareja ya y no quería quedarse descolgada. Y como aún no hemos pasado a mayores pensaba que iba a ganar algunos puntos… Ahora empiezo a pensar que no merece la pena todo esto por un simple polvo” se queja Juan, el novio de la prima Jennifer, mientras el resto de la familia está entonando un villancico y no puede oírle.
Otro de los inconvenientes con los que se han encontrado los García-Coslada es que los vecinos, a los que tuvieron que pedir sillas supletorias para sentar a los invitados, no han dejado de llamar al timbre quejándose. “No es sólo por las sillas, porque de todas formas mis hijos siempre cenan en el sofá y lo dejan todo lleno de migas”, se queja una de las vecinas, “es que se ponen a cantar villancicos a cualquier hora del día, al azar, y encima lo hacen sin ritmo y como jadeando”. Y es que el cansancio empieza a hacer mella en los ánimos de los comensales, que ya han abordado todos los temas habituales de las sobremesas: inmigrantes, enfermedades y Belén Esteban.
Ahora mismo, lo que hace peligrar la integridad de la cena hasta que lleguen las campanadas son, precisamente, las uvas. “Yo no las compré porque en principio no estaba planeado”, explica María, “y ahora alguien debería ir a comprar, pero estamos discutiendo qué pasa si uno abandona la mesa tanto rato. ¿Seguiría siendo una cena o no? No queremos que luego nos digan que hicimos trampas o algo. He pedido a las vecinas que nos las compren ellas y nos las suban, pero están de un humor de perros. Esta mañana han intentado cortarnos el agua y la luz pero nosotros aguantamos porque lo importante en estas fechas es permanecer juntos”.
Los García-Coslada (que suman un total de 2 abuelos, 5 matrimonios, 7 niños y 6 adolescentes con sus respectivos novios) llevan ya más de 90 horas de sobremesa desde que dieran por finalizada la cena de Nochebuena. Desde entonces, los anfitriones, Luis y María, no han dejado de sacar turrones, higos secos y botellas de Baylas (un producto que trata de imitar al famoso Bailey’s). “Cuando nos quisimos dar cuenta habíamos empalmado con la comida de Navidad y pensamos que, ya que teníamos la mesa montada y cuesta tanto poner a todo el mundo de acuerdo, no costaba nada esperar un poco y quedarnos a celebrar las uvas, y en eso estamos”, comenta el cuñado de Luis.Dado que “la idea no es quedarse sentados sino empalmar las dos cenas y hacer un récord o algo” no han dejado de comer en todo el rato, pero no les preocupa que ello pueda perjudicar su estado de salud pues utilizan a turnos una máquina de pedalear que pueden usar aún estando sentados. De este modo, hacen que la comida “baje” y no tengan problemas de circulación. “Se lo íbamos a regalar a la abuela para el día de Reyes pero, como se nos ocurrió lo de empalmar cenas, pues lo hemos sacado. Total, ella no se entera de casi nada y le da todo igual”, explica María.
Además de los niños, que no dejan de corretear alrededor de la mesa y de quedarse dormidos encima de los muebles, los que peor lo están pasando son las parejas de los sobrinos adolescentes de Luis y María que, dado que no son de la familia y aún no hay confianza, se limitan a sonreír complacidos y procurando no molestar a nadie. “Sólo llevo dos semanas con mi novia pero me pidió que la acompañara porque todos sus primos tienen pareja ya y no quería quedarse descolgada. Y como aún no hemos pasado a mayores pensaba que iba a ganar algunos puntos… Ahora empiezo a pensar que no merece la pena todo esto por un simple polvo” se queja Juan, el novio de la prima Jennifer, mientras el resto de la familia está entonando un villancico y no puede oírle.
Otro de los inconvenientes con los que se han encontrado los García-Coslada es que los vecinos, a los que tuvieron que pedir sillas supletorias para sentar a los invitados, no han dejado de llamar al timbre quejándose. “No es sólo por las sillas, porque de todas formas mis hijos siempre cenan en el sofá y lo dejan todo lleno de migas”, se queja una de las vecinas, “es que se ponen a cantar villancicos a cualquier hora del día, al azar, y encima lo hacen sin ritmo y como jadeando”. Y es que el cansancio empieza a hacer mella en los ánimos de los comensales, que ya han abordado todos los temas habituales de las sobremesas: inmigrantes, enfermedades y Belén Esteban.
Ahora mismo, lo que hace peligrar la integridad de la cena hasta que lleguen las campanadas son, precisamente, las uvas. “Yo no las compré porque en principio no estaba planeado”, explica María, “y ahora alguien debería ir a comprar, pero estamos discutiendo qué pasa si uno abandona la mesa tanto rato. ¿Seguiría siendo una cena o no? No queremos que luego nos digan que hicimos trampas o algo. He pedido a las vecinas que nos las compren ellas y nos las suban, pero están de un humor de perros. Esta mañana han intentado cortarnos el agua y la luz pero nosotros aguantamos porque lo importante en estas fechas es permanecer juntos”.
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