lunes, 3 de septiembre de 2007


JUGADORES QUE NUNCA LLEGARON A ESTRELLA

Jugador que nunca llegó a estrella o que, como algunas estrellas, su brillo por el firmamento futbolístico, fue fugaz. Gerard López Segú. Nacido en Granollers (Barcelona) y criado en La Masía. Una inagotable fábrica de talentos en la que entró a formar parte con sólo 11 años. Hasta que se hizo mayor. Hasta que cumplió la mayoría y el Valencia, vislumbrando que se estaba incubando un crack en la cantera barcelonista, se lo llevó para hacer un posterior gran negocio.Con 18 añitos Gerard se fue a Mestalla después de un cambio de residencia con el que no hizo falta siquiera pagar traspaso. Jorge Valdano se hizo con la joven perla y la hizo debutar en Primera el 31 de agosto de 1997, en la primera jornada de Liga en el Lluís Sitjar, donde el Valencia caería derrotado frente al Mallorca (2-1). Sin embargo, la alegría, en este caso los minutos de juego, le duraría poco al bueno de Gerard. Y es que dos jornadas después Valdano sería cesado y en su lugar llegaría un Claudio Ranieri que no confiaría en las facultades del centrocampista. Así, la mejor solución, al final de temporada, fue cederle al Alavés, donde se foguearía y cogería el punto a la máxima categoría del fútbol español. Y efectivamente, no falló en su paso por Mendizorroza. Una temporada le bastó para regresar al Valencia y demostrar que era uno de los mejores medios de Europa. De la mano de Héctor Cúper, el opuesto a Ranieri en cuanto a confianza sobre el catalán, logró un inolvidable ‘hat-trick’ frente a la Lazio en la Liga de Campeones. Aquella brillante victoria por 5-2 de un miércoles 5 de abril de 2000 catapultó un futbolista que posteriormente sería internacional absoluto con José Antonio Camacho de seleccionador y disputaría la Eurocopa.Su gran temporada no pasó desapercibida para los grandes clubes de toda Europa y el Milan mantuvo con el Barcelona una intensa pugna por hacerse con el valor en alza más seguro del mercado. Gerard lo tenía prácticamente todo. Visión, técnica, buen disparo, certero remate de cabeza. Era una garantía y por ella el Barça pagó la ‘nonada’ de 3600 millones de pesetas. El club blaugrana se llevaba el gato al agua repescando un talento que incomprensiblemente dejaron escapar gratis. Regresaba un símbolo, el sucesor para muchos de Pep Guardiola, el centrocampista total que, tras la marcha de Luis Figo al Real Madrid, reconduciría la crítica situación blaugrana. Pero nada. Gerard coincidió, o formó parte, de la última travesía por el desierto que recuerdan los culés con más pena. Además, las lesiones se cebaron con él y nunca fue quien se esperaba que fuese. Estuvo cinco temporadas vistiendo la elástica blaugrana en su segunda etapa y sólo en la última, en la que Frank Rijkaard confió en él para algunos partidos importantes, gozó de un poco de protagonismo. Con la Liga ganada, y con un contrato que finalizaba, hizo las maletas rumbo a Francia. En Mónaco, más de lo mismo. El ‘14’ que soñaba con emular a su ídolo Johan Cruyff fue víctima de nuevo de las lesiones, de la irregularidad y de la escasa confianza sobre él. Dos temporadas en el país galo, donde marcó algún que otro gol pero insuficiente para cuajar, fueron suficientes para acabar su vinculación y poner fin a su aventura extranjera.Así, hoy, simplemente con 28 años, la edad en la que la mayoría de futbolistas viven su madurez, de Gerard se recuerda lo que fue. Una estrella fugaz que dejó de brillar por diferentes razones cuando lo tenía todo para formar parte de la historia del Barcelona y del fútbol. Quien sabe si en su regreso a la Liga, a un modesto con hambre como el Recreativo, juega y disfruta como lo hizo antaño, no obstante lo que está claro es que, hasta el momento, la mejor versión de Gerard ya la hemos contemplado.

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