REPORTAJE

La barra más caliente
• Los gogós de la discoteca Paradise de Mallorca no sólo calientan la fiesta con sus movimientos sexis, además suben a sus admiradores a su pedestal y protagonizan un baile mucho más erótico: sin ropa pero con lengua, nata, caricias… Aquí se mira y también se toca

”Todas las noches tengo tres o cuatro proposiciones para irme a la cama con ellas”. No es una chulería, es la envidiada realidad que vive Luigi, uno de los bailarines que calientan a las desatadas turistas de la discoteca Paradise en Playa de Palma (Mallorca). “Y me voy con todas las que puedo”, concluye. Vestido sólo con un escueto pareo, su duro trabajo consiste en subir a jóvenes –muchas ansiosas de carne– a su pedestal y jugar-excitar hasta donde le dejen: bailar, frotarse, lamerlas, besarlas… o desnudarlas. ¿El límite? Lo ponen las placenteras víctimas, aunque más de una se transforma en ardiente verdugo. “Para jugar con ellas y calentarlas, me pongo nata en el muslo cerca de la ingle y muchas me chupan otra cosa, me la sacan, me dan mordisquitos... otras se lanzan a la boca”. Luigi el amoroso tiene claro cuáles son las nacionalidades más calientes que han pasado por su barra: alemanas, austriacas, canadienses y “recuerdo a una polaca que era ninfómana. Estuvo una semana aquí y me dejó sequito” .