domingo, 25 de febrero de 2007


IDA Y VUELTA AL INFIERNO

Corría a 320 kilómetros por hora. El piloto australiano Ryan Briscoe, del equipo Target Ganassi, luchaba por un buen puesto en la carrera de la Indy Racing League aquel 11 de octubre de 2005. Cerca, muy cerca, otro participante, Alex Barron, y el muro de contención del circuito. ¿Qué pasó? ¿Cómo pudo verse su monoplaza envuelto en llamas y partido en tres? Un descuido, un pequeño toque y el infierno en vida, la pesadilla, la muerte a escasos milímetros. Balance: dos clavículas rotas, daños en los pulmones, un hueso roto en el pie, contusiones diversas y múltiples heridas. La firme estructura del cockpit (espacio donde va sentado el piloto) le salvó la vida. En 2006 el que fuera piloto probador del equipo Toyota de F1 volvió a competir en las 24 Horas de Daytona.
330 kilÛmetros/hora, 3,7 segundos de 0 a 100, 11 para alcanzar los 200, todo ello camuflado en una tecnologÌa heredada de la FÛrmula 1.-->

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