domingo, 25 de febrero de 2007



El Cádiz venció por 2-0 al Salamanca en, posiblemente, el partido más tranquilo de la temporada


El Cádiz ya tiene su pareja letal. En plena discusión sobre la mala fortuna de los delanteros en el Carranza, ha cuajado una relación en el terreno de juego que confirma, como mínimo, la capacidad real del 'Submarino' para pelear por el ascenso. De momento, mantienen la distancia con el Almería. Abel Buades y Pablo Hernández, pese a que acaban de llegar a la 'Tacita', ya se han ganado el cielo de los amarillos. Ayer, en trece minutos de oro, los primeros del encuentro, enterraron con su magia un partido que tuvo hasta entonces tres jugadas claras de gol. Dos entraron, y la tercera, se quedó a las puertas. Fue el valencianista el que abría la lata en una jugada nacida de las botas de Abel Buades, que envió un globo para que Sesma lo interceptase. Desde su banda, centró al segundo palo y Pablo no falló. Sólo seis minutos después, otra de las internadas venenosas del dueño de la banda derecha cadista acabó en las mallas. Su centro a Matías Pavoni fue tan genial, como la definición del mediapunta argentino, que va a más y que saber ser práctico cuando las circunstancias lo requieren.


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