¿Y ahora la selección?
Real Madrid y Barcelona empatados a 72 puntos. Sevilla que les pisa los talones con 70. La UEFA disputadísima, con Real Zaragoza, Atlético de Madrid y Villarreal pugnando por dos plazas en juego. Y por abajo, Real Sociedad y Celta aferrándose a sus últimas esperanzas de salvar la categoría, con Athletic y Betis involucrados en la pelea. Dos jornadas, seis puntos en juego, emoción máxima y nervios a flor de piel (como ya se vio en Barcelona o Vigo en esta última jornada).
Con este panorama, con la Liga más apetecible y emocionante que nunca, Luis Aragonés y su muchachada vienen a copar el protagonismo futbolístico español de la próxima semana y media. Insólito. Dos partidos de clasificación para la Eurocopa del año que viene (Letonia-España y Liechtenstein-España, es decir, dos rivales “de cuidado”) tienen la culpa del parón liguero y de que los aficionados tengamos que dejar en stand-by nuestras ganas de ver el desenlace de esta frenética Liga. No podían venir estos partidos en peor momento.
Pero no somos los aficionados los únicos perjudicados con este inoportuno paréntesis. Los internacionales deberán hacer frente a dos partidos, en muchos casos decisivos para sus respectivas selecciones nacionales, con los consiguientes viajes, riesgos de lesión, cansancio acumulado (que ya es mucho a estas alturas de temporada), … Además, retornarán a la disciplina de entrenamientos de sus clubes con sólo un par de días con respecto a sus respectivos compromisos ligueros, en el mejor de los casos. Lo ideal para aquellos clubes que se están jugando algo, vamos.
Son las consecuencias de un calendario federativo en el que la planificación previa parece brillar por su ausencia. Tres parones tres por partidos de la selección, el consabido y habitual descanso navideño, y ahora, cuando la Liga ya languidece y todo está a punto de decidirse, una nueva pausa dramática que, a diferencia del recurso oratorio, no conseguirá que fijemos más nuestra atención en el devenir del campeonato. Más ya es imposible.
Una de dos, o reducimos el número de equipos en nuestra Liga, como ya ha ocurrido en otros países aunque sea una solución que no termina de gustarme, o nos dejamos de parones de dos semanas en Navidad (o bien empezamos la Liga a primeros de agosto, como en Francia). No creo que la AFE quiera pasar por ninguna de las posibles soluciones, a pesar de que resulta evidente que detener ahora el ritmo de la Liga no es beneficioso para nadie.
Real Madrid y Barcelona empatados a 72 puntos. Sevilla que les pisa los talones con 70. La UEFA disputadísima, con Real Zaragoza, Atlético de Madrid y Villarreal pugnando por dos plazas en juego. Y por abajo, Real Sociedad y Celta aferrándose a sus últimas esperanzas de salvar la categoría, con Athletic y Betis involucrados en la pelea. Dos jornadas, seis puntos en juego, emoción máxima y nervios a flor de piel (como ya se vio en Barcelona o Vigo en esta última jornada).
Con este panorama, con la Liga más apetecible y emocionante que nunca, Luis Aragonés y su muchachada vienen a copar el protagonismo futbolístico español de la próxima semana y media. Insólito. Dos partidos de clasificación para la Eurocopa del año que viene (Letonia-España y Liechtenstein-España, es decir, dos rivales “de cuidado”) tienen la culpa del parón liguero y de que los aficionados tengamos que dejar en stand-by nuestras ganas de ver el desenlace de esta frenética Liga. No podían venir estos partidos en peor momento.
Pero no somos los aficionados los únicos perjudicados con este inoportuno paréntesis. Los internacionales deberán hacer frente a dos partidos, en muchos casos decisivos para sus respectivas selecciones nacionales, con los consiguientes viajes, riesgos de lesión, cansancio acumulado (que ya es mucho a estas alturas de temporada), … Además, retornarán a la disciplina de entrenamientos de sus clubes con sólo un par de días con respecto a sus respectivos compromisos ligueros, en el mejor de los casos. Lo ideal para aquellos clubes que se están jugando algo, vamos.
Son las consecuencias de un calendario federativo en el que la planificación previa parece brillar por su ausencia. Tres parones tres por partidos de la selección, el consabido y habitual descanso navideño, y ahora, cuando la Liga ya languidece y todo está a punto de decidirse, una nueva pausa dramática que, a diferencia del recurso oratorio, no conseguirá que fijemos más nuestra atención en el devenir del campeonato. Más ya es imposible.
Una de dos, o reducimos el número de equipos en nuestra Liga, como ya ha ocurrido en otros países aunque sea una solución que no termina de gustarme, o nos dejamos de parones de dos semanas en Navidad (o bien empezamos la Liga a primeros de agosto, como en Francia). No creo que la AFE quiera pasar por ninguna de las posibles soluciones, a pesar de que resulta evidente que detener ahora el ritmo de la Liga no es beneficioso para nadie.
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