lunes, 12 de abril de 2010

Pena de muerte: Japón, cada día puede ser el último


Okunishi Masaru, de 84 años, fue condenado a muerte en 1972. Según los informes, Okunishi fue torturado y obligado a confesar tras largas sesiones de interrogatorios por la policía, además de no haber contado con la presencia de un abogado. Okunishi Masaru se retractó de su confesión durante su primer juicio y fue absuelto por falta de pruebas, pero la sentencia fue revocada por un tribunal superior.

En Japón, los condenados a muerte no conocen con antelación cuándo se le va a ejecutar y, en algunos casos, ni siquiera se les notifica. Sus familias son informadas de la ejecución después de haberse llevado a cabo y el método utilizado es la horca. Además, las condiciones de reclusión en los corredores de la muerte son extremadamente duras, ya que viven en un estricto régimen de aislamiento y sin apenas contacto con el exterior. Estas condiciones aumentan la ansiedad y la angustia de los presos y en muchos casos los empujan hacia la enfermedad mental. A finales de 2009, más de 100 personas permanecían a la espera de su ejecución. Okunishi Masaru es uno de ellos.

El Gobierno español ha mostrado un fuerte compromiso con la lucha contra la pena de muerte en el mundo como una de las prioridades de la Presidencia española de la UE, Por ello, tiene debe pedir al Gobierno japonés que anule la condena a muerte de Okunishi Masaru, en aplicación de la Directrices de la UE contra la pena de muerte.

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