lunes, 29 de septiembre de 2008




La clave del MÁLAGA: La puntería.

El mejor: Wellington.

El peor: Arnau.

La pregunta: ¿Por qué Tapia con el partido ya resuelto metió en los cinco minutos finales a Luque si arrastraba una contractura y acabó sufriendo una rotura fabriliar?
La clave del partido La puntería.

A pesar de que el Valladolid salió mejor plantado y con mayor ambición, el Málaga marcó en su primera ocasión clara y eso le permitió jugar con mayor tranqulilidad el resto del encuentro.
Las alineaciones:

MÁLAGA: Arnau; J. Gámez, Helder, Welington, Calleja; Lolo, Pablo Barros, Duda (Apoño 59’), Adrián (Nacho 71’), Eliseu; Baha (Luque 76’).
REAL VALLADOLID: Sergio Asenjo; Marcos, Baraja, Nano (P. León 59’), Pedro López; Borja, Vivar Dorado, Escudero (Víctor 39’), Sesma, Cannobio (Mendujanin 59’); Ogbeche..


Acabada la sequía de puntos goles y puntos, La Rosaleda estalló de júbilo cuando Megía Dávila señaló el final del encuentro. No era para menos. Ya son cuatro puntos en la clasificación y, pese a que sólo hay tres conjuntos por debajo, el triunfo ante el Valladolid deja un mejor poso en el club.
Hubo sufrimiento, porque sin él los triunfos saben menos, pero el justo y necesario para no olvidar que el camino es largo, por más que Lolo y Adrián pusieran ayer la primera piedra merced a sus tantos. El primero, haciendo buena una costumbre de Tapia, la de aprovechar las jugadas a balón parado; el segundo, tras una gran combinación que demuestra que también hay fútbol en estos jugadores tan criticados jornadas atrás.
La confirmación de los resultados se une al buen papel ofrecido ante el Valencia, que se confirmó como líder tras pasar por encima del Deportivo. Quiere decir que, aunque el margen de mejora es amplio aún, el avance dado hasta ahora es rediticio para escalar en la tabla.
La gran pena fue la lesión de Albert Luque, que sin necesidad entró al terreno de juego. Faltaban cinco minutos y él renqueaba de una contractura en el adductor. Por forzar (“la culpa ha sido mía, no del técnico”, dijo al acabar el encuentro”), se convirtió en una rotura fibrilar que le tendrá apartado de los terrenos de juego al menos un mes.
La conclusión es una felicidad temporal. “La lástima es que no pudiéramos meter más a la contra y tuviéramos que sufrir al final”, explicó el técnico. Contra el Recre, será otra historia.

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