En el día de hoy y aun recuperándonos de tanta fiesta seguida este humilde texto no podía másque referirse a la que ha sido la cena del año. Pero antes de comentar nada sobre ella quiero agradecer de todo corazón el detalle que tuvieron todos mis compañeros y amigos de club de homenajearme con una placa la cual no me esperaba de ninguna de las maneras. Es un hecho que me llena de satisfacción y del que siempre estaré agradecido puesto que hace que uno vea que aquello que hace tiene cierta repercursión, y si al menos logra mantenernos unidos para juntarnos en ocasiones como esta, pues seguiré siempre que pueda al pie del cañón ayudado siempre de mis colegas. De todo corazón, MUCHAS GRACIAS.
En otro orden de cosas decir que al final asistimos 18 personas. De los que parecían fijos, como es el caso de nuestro compañero Alvaro, se cayeron de la lista a última hora. A algunos quizás la edad no les perdona, será eso. Otros como Jaime, defraudó, aunque no es extraño. Pero lo importante es que los que allí estuvimos nos hemos quedado con la sensación de que el año que viene hay que repetir, y eso es lo que cuenta. Âlfonso se puede sentir orgulloso de haber contado en su mesa con el CD PIPOLS. El vino voló sobre la mesa. Las copas de vino no parecían saciar la sed de unos deportistas con el higado curtido y capaces de arruinar a las mayores de la bodegas. El pescaito, el jamoncito, las patatillas, el solomillo, el postre (donde está mi postre?) todo salió a pedir de boca y hasta la una de la mañana los jugadores disfrutaron de una gran noche, digna de la previa de noche vieja. Me atrevería a decir que incluso superó en muchos casos la noche vivida el día 31, el cual ya es pasado. Luego un paseito por el puerto y alguna que otra copita más para terminar de refrescar un higado que ya estaba calentito. Señores, muy buena cena. Ya estamos pensando en cuando será la próxima, aunque eso si, ahora toca compartir un día con toda la familia pipols, incluido mujeres e hijos. AUPA PIPOLS
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