miércoles, 1 de agosto de 2007


Sexo, priva y desfase en la Riviera Maya
La Riviera Maya está plagada de 'resorts' donde te ponen una pulserita que da derecho a beber lo que quieras

En 1974 abrió sus puertas Cancún, la ciudad/ resort creada por el Gobierno mexicano y diversas constructoras en un paradisíaco paraje de la península de Yucatán. El evento dio el pistoletazo de salida a la creación de lo que hoy conocemos como Riviera Maya, lugar de peregrinación de miles de turistas de todo el mundo que buscan su trozo de paraíso en un paquete de vacaciones. Por algo más de 1.000 euros se puede pasar una semana en uno de los cientos de complejos hoteleros que van w viajes erosionando la antes desierta costa caribeña. La Riviera Maya, con Cancún a la cabeza, es hoy uno de los centros mundiales del hedonismo.Resorting way of lifeDespués de nueve horas de vuelo llegamos a Cancún. El resort que nos ha tocado en suerte es el Gran Flamenco Xcaret, situado en Playa del Carmen, pero podía haber sido cualquier otro. Los resorts son como los establecimientos de comida rápida: son todos iguales. Para entrar hay que pasar las verjas y controles de seguridad, son la última frontera entre el Mundo Real y el Mundo de Fantasía y Diversión.Nos reciben con la tradicional Bienvenida Maya. Ataviados con ropas y pinturas tradicionales, un grupo de mayas, auténticos o no, nos saluda con música y bailes ancestrales. Los empleados del hotel reparten copas con el Cóctel de Bienvenida que sí, lleva alcohol. Entonces asistimos a uno de los auténticos Momentos Estelares de la Aventura Resort: la entrega de la pulsera. Este mágico ritual del mundo moderno da al elegido el poder de comer y beber sin límites durante su estancia en el hotel. ¡Sin pagar un duro! Metros y metros cúbicos de cócteles de fantasía y toneladas de comida exótica están a nuestra disposición a cualquier hora del día.Corro a la habitación, en la que no pasaré mucho tiempo, y después de una ducha me lanzo a consumir, no vaya a ser que se acabe. La vida en un resort es fácil. Uno puede broncearse en su playa privada o innumerables piscinas. Gozar de sus modernas instalaciones deportivas, como golf, tenis, baloncesto, spa. Ir de tiendas sin mover el culo. Moverlo hasta altas horas en sus bares y discotecas. E incluso disfrutar de cenas románticas al ritmo de un mariachi o una orquesta de salsa. Pero a lo que la gente de verdad viene es a comer, a ligar y sobretodo… a beber. La Riviera está llena de jóvenes norteamericanos y canadienses en busca de fiesta que acuden en masa durante todo el año, pero sobre todo durante el Spring Break, semana de vacaciones a mediados de marzo. La otra mitad del público es español. La combinación suele ser letal. Piensa que tú bebes más que ellos, pero ellos follan más que tú. Ahora sólo queda una... emborracharse.

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