CONTRA TODO ESTO
El Barcelona B ha descendido a Tercera: los campos de tierra que se van a encontrar por la Cataluña profunda, aunque estén bien peinados, no van a ser el lugar más idóneo para que los jóvenes de La Masìa desarrollen su fútbol de toque y pase. Mientras, al otro lado del Puente Aéreo, el Real Madrid Castilla está intentando salvarse en la categoría de plata de nuestro fútbol. Lo tienen difícil los de Michel, aunque no imposible. Comprendo el desastre que es para los clubes que los filiales no puedan medirse con futbolistas hechos y derechos en las ligas del fútbol profesional. Es la única forma que tienen para comprobar si hay petróleo de veras en los terrenos de sus instalaciones. Tampoco a mí me disgustaría que el filial del Cádiz estuviera en la liga más alta que permitieran las reglas, porque no cabe la menor duda de que cuanto más petróleo encuentre en mi jardín menos carburante tengo que comprar. Sin embargo estoy en absoluto desacuerdo con todo esto. El fútbol cada día es menos justo, pero quien ha dicho que el fútbol fuera justo. Cuando se escribieron las 19 reglas que dieron origen al fútbol, en Freemasons Tavern, a mediados del siglo XIX, no se habló de justicia. Hablaron más acerca de la intencionalidad, porque era un juego de caballeros en el que lo peor eran las malas intenciones. Las reglas, eso sí, quedaron abiertas al matiz para el malintencionado lobo disfrazado de oveja y por el mismo matiz de la caballerosidad se colaron los tramposos que fingen sobre el terreno de juego y la gente de corbata que intenta que el rico se haga más rico y el pobre se hunda cada vez más. El desnivel en el fútbol es cada vez más patente y se hace evidente sobre todo en las ligas más ricas, que se han visto desmesuradamente favorecidas a través de los derechos de TV. En Inglaterra, los inventores de todo esto, han decidido a través de la ambición lucrativa discriminar con una Premier League que acabará siendo un club exclusivo donde no solo será necesario tener de jugadores de elite y tener una amplia cuenta corriente para mantenerse allá arriba, sino que además habrá que tener aficionados medio ricos, porque llevar a la familia al estadio es como llevarlos a la ópera comprando además merchandising: una vez que has comprado la entrada tienes que comprarles la camiseta, y la segunda camiseta y la camiseta que utilizan para los eventos especiales (o sea nunca). Me está pareciendo que el deporte de la clase obrera, el deporte de las masas, se está convirtiendo en un deporte de ricos hasta tal punto que los niños de los clubes ricos ensayan contra los futbolistas que se juegan de verdad el pan en equipos de menor presupuesto. Al margen del clasismo del fútbol actual yo lo que quería era hablar de la desvirtuación de la competición. Si en vez de jugarse el descenso, el Real Madrid Castilla estuviera jugándose el ascenso, sin tener posibilidad real de ascender, qué pensarían el resto de clubes, como el Murcia por ejemplo, ante el partido de esta semana frente al Almería. O si tuviera que jugar contra el Alavés, qué pensaría la Ponferradina. Independientemente de donde esté situado en la liga, no me parece justo. Cuando el Real Madrid Castilla se jugó el ascenso contra el Cádiz, el primer equipo tenía muchas bajas y Capello (en su anterior etapa) decidió llevarse a algunos chicos con el primer equipo (principal razón de tener un filial). Así, ganamos cómodamente, y no sé si fue justo con el resto de los equipos que competían con el Cádiz, que habían jugado y perdido con un equipo mucho más fuerte.Benítez y Mourinho han pedido tener filiales en Inglaterra que puedan competir en las ligas profesionales. Habría que preguntarles qué ciudades (que jugarían de verdad) se quedarían sin presencia para que ellos se dupliquen en sí mismos. Los ricos son tan grandes que ya solo pueden crecer a costa de los demás.Creo que debería haber una liga para filiales donde se juegue de la misma forma, donde todos jueguen a lo mismo y hagan su función. De esta forma preservaríamos la igualdad en el fútbol y tendríamos una competición lo más justa posible.
El Barcelona B ha descendido a Tercera: los campos de tierra que se van a encontrar por la Cataluña profunda, aunque estén bien peinados, no van a ser el lugar más idóneo para que los jóvenes de La Masìa desarrollen su fútbol de toque y pase. Mientras, al otro lado del Puente Aéreo, el Real Madrid Castilla está intentando salvarse en la categoría de plata de nuestro fútbol. Lo tienen difícil los de Michel, aunque no imposible. Comprendo el desastre que es para los clubes que los filiales no puedan medirse con futbolistas hechos y derechos en las ligas del fútbol profesional. Es la única forma que tienen para comprobar si hay petróleo de veras en los terrenos de sus instalaciones. Tampoco a mí me disgustaría que el filial del Cádiz estuviera en la liga más alta que permitieran las reglas, porque no cabe la menor duda de que cuanto más petróleo encuentre en mi jardín menos carburante tengo que comprar. Sin embargo estoy en absoluto desacuerdo con todo esto. El fútbol cada día es menos justo, pero quien ha dicho que el fútbol fuera justo. Cuando se escribieron las 19 reglas que dieron origen al fútbol, en Freemasons Tavern, a mediados del siglo XIX, no se habló de justicia. Hablaron más acerca de la intencionalidad, porque era un juego de caballeros en el que lo peor eran las malas intenciones. Las reglas, eso sí, quedaron abiertas al matiz para el malintencionado lobo disfrazado de oveja y por el mismo matiz de la caballerosidad se colaron los tramposos que fingen sobre el terreno de juego y la gente de corbata que intenta que el rico se haga más rico y el pobre se hunda cada vez más. El desnivel en el fútbol es cada vez más patente y se hace evidente sobre todo en las ligas más ricas, que se han visto desmesuradamente favorecidas a través de los derechos de TV. En Inglaterra, los inventores de todo esto, han decidido a través de la ambición lucrativa discriminar con una Premier League que acabará siendo un club exclusivo donde no solo será necesario tener de jugadores de elite y tener una amplia cuenta corriente para mantenerse allá arriba, sino que además habrá que tener aficionados medio ricos, porque llevar a la familia al estadio es como llevarlos a la ópera comprando además merchandising: una vez que has comprado la entrada tienes que comprarles la camiseta, y la segunda camiseta y la camiseta que utilizan para los eventos especiales (o sea nunca). Me está pareciendo que el deporte de la clase obrera, el deporte de las masas, se está convirtiendo en un deporte de ricos hasta tal punto que los niños de los clubes ricos ensayan contra los futbolistas que se juegan de verdad el pan en equipos de menor presupuesto. Al margen del clasismo del fútbol actual yo lo que quería era hablar de la desvirtuación de la competición. Si en vez de jugarse el descenso, el Real Madrid Castilla estuviera jugándose el ascenso, sin tener posibilidad real de ascender, qué pensarían el resto de clubes, como el Murcia por ejemplo, ante el partido de esta semana frente al Almería. O si tuviera que jugar contra el Alavés, qué pensaría la Ponferradina. Independientemente de donde esté situado en la liga, no me parece justo. Cuando el Real Madrid Castilla se jugó el ascenso contra el Cádiz, el primer equipo tenía muchas bajas y Capello (en su anterior etapa) decidió llevarse a algunos chicos con el primer equipo (principal razón de tener un filial). Así, ganamos cómodamente, y no sé si fue justo con el resto de los equipos que competían con el Cádiz, que habían jugado y perdido con un equipo mucho más fuerte.Benítez y Mourinho han pedido tener filiales en Inglaterra que puedan competir en las ligas profesionales. Habría que preguntarles qué ciudades (que jugarían de verdad) se quedarían sin presencia para que ellos se dupliquen en sí mismos. Los ricos son tan grandes que ya solo pueden crecer a costa de los demás.Creo que debería haber una liga para filiales donde se juegue de la misma forma, donde todos jueguen a lo mismo y hagan su función. De esta forma preservaríamos la igualdad en el fútbol y tendríamos una competición lo más justa posible.
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