LA COLUMNA DE TOMAS RONCERO

Tomás Roncero
EL PARTIDO QUE MIDE A LOS HOMBRES

La última vez que el Madrid jugó en Zaragoza (22-3-06) firmó un cutre empatito gracias a un gol en el descuento de Ronaldo (1-1). Dos meses antes, La Romareda enloquecía con un set copero (6-1) que forzó la resurrección espiritual de Juanito. Tampoco olvida el madridismo el gol de Galletti a César en Montjuïc, que fue una bomba nuclear que inició la destrucción masiva de la era galáctica. Los blanquillos saben cómo amargar la existencia a los blancos y por eso no es de extrañar que Raúl ya iniciase en el vestuario, tras el 3-1 al Depor, la conjura para la batalla del Ebro: "¡Vamos, ahora a morir en Zaragoza para traernos la Liga al Bernabéu!".El partido reúne los requisitos necesarios para que en estas dos próximas semanas no se hable de otra cosa en la España futbolística. No harán falta ni los maletines que se esperaban desde el Camp Nou y el Pizjuán. Las victorias del Atleti en Tarragona y del Villarreal en Mestalla obligarán a la tropa aragonesa a jugarse la vida para evitar verse en la Intertoto después de llevar todo el año, por méritos propios, en territorio UEFA. Por eso, es normal que Capello esté inquieto con este interruptus liguero. Ocho de sus once titulares para la final de La Romareda estarán dispersos en corridas afeitadas que ahora no interesan a nadie. ¿Letonia? ¿Liechtenstein? Es un homenaje al absurdo...