Cuando el sevillista Dani Alves le vio llegar a una cita de la selección brasileña exclamó: "¡Tengo que comprarme ropa!". Kaká, imagen de Armani desde hace un par de años, es el glamour de un equipo en el que dominan los negros, muchos de ellos procedentes de las favelas. Es el toque pijo del Brasil blanco y con dinero: un punto y aparte. Hijo de un ingeniero de Telecomunicaciones y de una diseñadora, representa, en efecto, el poder blanco en minoría en la reconstrucción que está llevando el seleccionador Dunga tras el desastre en el Mundial. Natural de Brasilia a causa del destino laboral de su padre (paulista de origen), atleta de Cristo, llegó virgen al matrimonio y, aseguró, también su esposa. La boda, celebrada en diciembre de 2005, fue el acontecimiento social del año en su país. Pasa de la samba, del poco gusto por el trabajo de la mayoría de sus compañeros de selección, y en su coche se oye música religiosa y, como mucho, de Roberto Carlos, aquel del gato triste y azul.En Milán se mueve a sus anchas entre San Siro y las colecciones de Armani. Conoció al Real Madrid aquella noche lluviosa del partido del Centenario. Jugaba en Brasil y se lo ofrecieron a Florentino Pérez. Pero entonces no cabía en la galaxia y Belusconi lo fichó para reconstruir un equipo que acababa. Ahora es el líder y Calderón sueña con reclutarlo para su causa después del 30 de junio. Kaká es para muchos el mejor ahora. Y sí, parece nacido para jugar en el Real Madrid
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