lunes, 14 de mayo de 2007


Fabián Ortiz
DUELE, Y LO PEOR ES QUE TENÍA CURA

Duele este Barcelona. Duele como las mujeres bellas que se han marchado para siempre. Duele como sólo puede hacerlo la pérdida de una situación privilegiada, de sentirse el más guapo de la fiesta, el más jugón en las pachangas, el más listo de la clase. Duele ver cómo han surgido las arrugas en su rostro hasta ayer hermoso, proyectadas hacia afuera como reflejo de la putrefacción interna. Y no será porque no les hayan avisado. Ahí está el archivo, la historia no oficial que escriben periodistas todavía independientes en medios de todo pelaje, comprometidos o no con el círculo virtuoso. Ahí se puede ver que los refuerzos (¿se acuerdan de Gudjohnsen?) eran de mediopelo, que los celos de Etoo hacia Ronaldinho venían de lejos, que Laporta estaba más preocupado por su imagen que por el club, que Rijkaard meditaba irse y que se sentía huérfano de Ten Cate...Duele el Barça, que ayer decía "lo importante es que dependemos de nosotros" y hoy repite "hay que ganar todos los partidos que quedan". Lo peor es que el enfermo tenía cura, pero el presidente prefiere pasearse y dar conferencias y el secretario Begiristain mira hacia otro lado, mientras la final de Saint Denis se vuelve sepia.

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