miércoles, 25 de abril de 2007

Kaká podría venir al Valladolid
Cuando tenía siete años y empezaba a apasionarme por las cosas del fútbol tuve la fortuna de que mi familia se trasladara a vivir enfrente del antiguo Estadio José Zorrilla. Hasta entonces, yo me había tenido que conformar con escuchar de los mayores las hazañas de los futbolistas del Real Valladolid, sin que me fuera dado nunca el privilegio de acudir al campo, y mucho menos de verlo por televisión, que era lujo que muy pocas familias se podían permitir. Pero desde que llegué a mi nuevo domicilio, el Zorrilla pasó a ser el paisaje en el que se asentaron mi niñez y mi adolescencia. Fueron, aquellos, tiempos maravillosos, y más aún me lo parecen ahora, cuando el recuerdo los ha bañado de nostalgia. En la primera temporada en la que yo me convertí en asiduo del Estadio, la 62-63, el Valladolid terminó la Liga en cuarta posición, empatado a puntos con el Oviedo, que fue tercero. Aquella temporada mis ojos vieron admirados como el equipo de mis amores goleaba 4-2 al Real
Madrid cuya delantera integraban Tejada, Amancio, Di Stéfano, Puskas y Gento, que quedaron empequeñecidos ante nuestros Aramendi, Endériz, Morollón, Rodilla y Molina. Fue corta la gloria, pues al año que viene bajamos a Segunda, y en aquel infierno (que a mí más me parecía paraíso) estuvimos durante otros quince inolvidables años, los últimos de los cuales ya seguí, como periodista, de forma mucho más intensa, aunque, también, menos romántica.Por eso he vivido también emocionado, bien que de otra manera, el ascenso del equipo que me inoculó el veneno del fútbol y del periodismo. Por eso también entiendo las pasiones que, ahora, tanto me cuesta compartir. Me sigue conmoviendo el fútbol desde la estética, la del espectáculo, pero ya no tanto desde la ética porque son muchos los intereses que lo devoran. Aún así y todo, el partidazo que nos acaban de regalar Manchester y Milan; el espectáculo de Old Trafford; el talento de futbolistas como Kaká, Ronaldo o Rooney jamás nos permitirán abjurar de este deporte. Es más; yo, como Calderón, también sueño con que Kaká pueda venir al Valladolid. ¿O eso de que la vida es sueño era de otro Calderón?

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