¿Por qué no fue expulsado Valdés?
Me aburre tener que escribir siempre lo mismo de la Liga. Que los árbitros perjudican hoy a uno, mañana a otro, pero que nadie se queja cuando le favorecen; que ningún equipo ofrece seguridad; que sí parece que nadie quiera ganar la Liga; que vemos muy poco fútbol... la letanía nuestra de cada día. Pero es lo que hay. Tienen razón los seguidores del Madrid al quejarse de la actuación arbitral; como la pueden tener los rivales del Barcelona al protestar porque Valdés no fuera expulsado en la jugada del penalty. Vamos a estar así hasta el final de la Liga, pero apuesto a que no siempre serán los mismos los perjudicados o los agraciados.Una lectura más sosegada nos llevaría por ejemplo a analizar el paupérrimo juego del Barcelona, que empieza a ofrecer serias dudas a pesar de que, por la renta que tiene, siga siendo el principal favorito al título. Veríamos también que el Madrid hizo muy poco (como casi siempre) para merecer la victoria en Santander, o que no puede ser casualidad que sea, pese a la permisividad que los arbitros tienen con los grandes, el equipo más tarjeteado de la Liga (más de cien amarillas y nueve rojas) . La misma lectura nos llevaría a indignarnos con Quique porque no le permita al Valencia desarrollar ese fútbol vistoso y espectacular que ofreció ayer sólo con el viento a favor. A mí me llamaron más la atención otras cosas que no ocurrieron en la Liga. Por ejemplo, que Ronaldo sigue marcando golazos con el Milan; que Manchester y Chelsea prometen un gran duelo en la final de la FA Cup; que Flecha estuvo muy cerca de la victoria en la París-Roubaix (ya ha sido cuarto, tercero y segundo) y que Valverde apunta a la Amstel del domingo; que en GP2 tenemos algún piloto español que estará pronto compitiendo con Alonso; que Pesic es un mago en las finales de baloncesto (ha ganado las nueve que ha disputado) y que los Raptors se han asegurado el factor campo en los play offs NBA (el miércoles sabremos si contra los Nets o los Wizards). Lo del Real Valladolid ya no me llama la atención; sólo me sigue emocionando.
Me aburre tener que escribir siempre lo mismo de la Liga. Que los árbitros perjudican hoy a uno, mañana a otro, pero que nadie se queja cuando le favorecen; que ningún equipo ofrece seguridad; que sí parece que nadie quiera ganar la Liga; que vemos muy poco fútbol... la letanía nuestra de cada día. Pero es lo que hay. Tienen razón los seguidores del Madrid al quejarse de la actuación arbitral; como la pueden tener los rivales del Barcelona al protestar porque Valdés no fuera expulsado en la jugada del penalty. Vamos a estar así hasta el final de la Liga, pero apuesto a que no siempre serán los mismos los perjudicados o los agraciados.Una lectura más sosegada nos llevaría por ejemplo a analizar el paupérrimo juego del Barcelona, que empieza a ofrecer serias dudas a pesar de que, por la renta que tiene, siga siendo el principal favorito al título. Veríamos también que el Madrid hizo muy poco (como casi siempre) para merecer la victoria en Santander, o que no puede ser casualidad que sea, pese a la permisividad que los arbitros tienen con los grandes, el equipo más tarjeteado de la Liga (más de cien amarillas y nueve rojas) . La misma lectura nos llevaría a indignarnos con Quique porque no le permita al Valencia desarrollar ese fútbol vistoso y espectacular que ofreció ayer sólo con el viento a favor. A mí me llamaron más la atención otras cosas que no ocurrieron en la Liga. Por ejemplo, que Ronaldo sigue marcando golazos con el Milan; que Manchester y Chelsea prometen un gran duelo en la final de la FA Cup; que Flecha estuvo muy cerca de la victoria en la París-Roubaix (ya ha sido cuarto, tercero y segundo) y que Valverde apunta a la Amstel del domingo; que en GP2 tenemos algún piloto español que estará pronto compitiendo con Alonso; que Pesic es un mago en las finales de baloncesto (ha ganado las nueve que ha disputado) y que los Raptors se han asegurado el factor campo en los play offs NBA (el miércoles sabremos si contra los Nets o los Wizards). Lo del Real Valladolid ya no me llama la atención; sólo me sigue emocionando.
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