Suena raro, pero de no ser por la globalización no hubiese llegado de Porto Alegre, corazón de la antiglobalización, esta modelo brasileña. Tiene 24 años y se ha recorrido buena parte del mundo trabajando en las pasarelas de Alemania, Francia, España, Inglaterra y Nueva York, armada siempre con su 1,78 de altura, sus medidas de 88-60-90, una mirada que conquista e intimida y un bolso lleno de chocolatinas, su vicio personal (una lástima, sí). Hace dos años anduvo por Madrid recogiendo pelotas y miradas, muchas miradas, en el Masters Series de tenis, en la edición que cambió a niños entusiastas por modelos ardientes a pie de pista. Gabriela trabaja por ahora en Alemania, pero volverá de nuevo a España a comienzos de año. Quizás tengas suerte y te la encuentres. Si eso sucede, no le propongas jugar al tenis. Lo suyo es más la natación o el baile. Aunque aquí la veas así, le encanta vestir de negro, porque produce “misterio y elegancia”. Sus ojos dicen que esconde muchos, muchos secretos.
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