miércoles, 13 de enero de 2010
El terremoto más intenso sufrido en 240 años en Haití
Libera energía equivalente a la explosión de 200.000 kilos de dinamita, según los expertos
El terremoto de magnitud 7,3 en la escala Richter, registrado anoche a 15 kilómetros de Puerto Príncipe, la capital de Haití, liberó una energía equivalente a la explosión de 200.000 kilos de trinitrotolueno (dinamita), según expertos en geología. El presidente de Geólogos del Mundo, la ONG del Colegio Oficial de Geólogos de España, Angel Carbayos, ha explicado que la energía que se libera en un seísmo de esta magnitud provoca unos efectos devastadores y esos daños sobre las personas, los objetos y las construcciones son los que fijan
"Este terremoto tiene un asunto fastidioso y es que el epicentro está muy cerca de la capital, por lo que las ondas llegan con más intensidad, causando numerosos destrozos. Un seísmo de 7 en la escala Richter provoca destrucción masiva, con deslizamiento de terrenos que sepultan cualquier población", ha apostillado. El Instituto Geológico de Estados Unidos ha asegurado que es el más potente sufrido en el país en 240 años. Carbayos ha señalado que el movimiento sísmico se produjo a una profundidad de 10 kilómetros bajo la superficie por el choque de las placas tectónicas del Caribe y de Norteamérica que "se están moviendo continuamente y muy lentamente". Sin embargo, "no son frecuentes terremotos de tal envergadura desde hacía varias décadas en esta zona", a pesar de que es un área con gran actividad potencial. El sismólogo estadounidense William McCann ha recordado que en 1770 se produjo en la misma zona aproximada un terremoto de 7,5 que liberó una energía 20 veces mayor que el actual. Desde entonces no se había producido uno tan grande, lo que indica que se ha ido acumulando presión en el área y que con el seísmo de ayer sólo se ha liberado una pequeña parte.
Con la llegada del viento se acabó la nieve
Fuertes rachas de viento acaban con la diversión de cientos de cocainómanos
“Las drogas, sean duras o no, deberían pesar más para que algo así no volviera a suceder”, afirma un hombre de aspecto rudo que “sólo vende a los amigos” y a quien el término “narcotraficante” le parece algo demasiado cinematográfico como para sentirse cómodo con él. “Fue salir a la calle y toda la mercancía a tomar viento. Estoy empezando a pensar que debería hablar con mis suministradores -que también son amigos míos y no se dedican a ello con ánimo de lucro- para decirles que quizá deberían valorar lo de cortar la cocaína con plomo u otros elementos más pesados, para que fuera resistente a temporales y eso”.
Más allá de los pequeños narcotraficantes, las repercusiones económicas del vendaval son difíciles de calcular. Un ejecutivo de Madrid que suele consumir cocaína en el balcón de su oficina no ha podido hacer nada para recuperar la agresividad y el arrojo que caracterizan su estilo de hacer negocios. “He salido al balcón y ha sido sacar la coca y perderla de vista”, explica entre convulsiones. Sus jefes esperan que recupere su ímpetu a finales de semana porque, de lo contrario, se verán obligados a despedirlo. “Sin droga me convierto en un blandengue triste incapaz de motivar a mi equipo, de tomar decisiones o de contar chistes machistas a mis compañeras de trabajo”, reconoce.
Ante la necesidad de divertirse sin consumir sustancias estupefacientes, muchos españoles han decidido quedarse en casa sin salir y buscar alternativas de ocio como por ejemplo llamar a sus madres o leer un libro inspirador de Krishnamurti. En la ciudad de Barcelona diversos narcotraficantes escalaron las torres de la Sagrada Familia para esnifar el aire y ver si “pillaban algo”.